jueves, 9 de junio de 2011

El ferrocarril.

Las vías marchan hacia la muerte; inseguras, paralelas.El reloj dio 28 puñaladas resonantes.Nak golpea la puerta de las tabernas buscando prostitutas tísicas.Molibdeno años comía una manzana podrida y los gusanillos resbalaban por la comisura de sus labios.Luces de lascivia barata en neón gris.Pasan los trenes, estiletes de la añoranza, sobre el cadáver del Ciudadano que intenta explicar el funcionamiento del mecanismo de su GPS.

Un hermoso cadáver sonriente camina sobre la sangre de los humillados.

No es posible la redención, piensan los Ciudadanos tras lanzar  pedos con olor a niño muerto, a calzoncillos sudados, a vómito de embarazada.La luz se abre paso en la noche, malla de desencuentros para iluminar cadáveres tímidos que no bailan, que no besan, que no desean.

La brisa nocturna rezuma a muerte.

El viento acaricia la superficie lisa de los raíles.Ya no pasan convoyes cargados de veraneantes con rumbo al sur de la malicia

Cuesta trabajo pensar en la salvación de los infelices, piensa el Ciudadano antes de que la locomotora le parta otra vez el cráneo de modo seco, ligero; casi sensual.

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