martes, 10 de mayo de 2011

Rydeen 1.0 (y 3)

La abandoné con los labios destrozados a mordiscos. Escapé de sus ojos en mitad de una pesadilla. Besé sus caderas mientras ella recitaba sonetos indescifrables.
Huí en la noche buscando a Nak. Tropecé con él a la salida de un bar y supe que me iba a divertir. Aplastamos las cabezas de algunas cucarachas que gritaban nombres de diseñadores, ahogamos a las ladillas de un tal Verlaine, arañamos ojos de ñandú polaco y quemamos las cejas de un tratante de sueños que dormitaba sobre el cadáver de un gordo.

Regresamos ebrios de noche. Naranjas saladas para saborear la vida; la mezcla de lo prohibido. Quisimos perdernos otra vez en el vientre de las estrellas, pero el océano se cerró sobre nosotros. Desayunamos licor de abedul con ginebra de iridio. Los murciélagos escribían con alas sangrientas el cielo desesperado.”Todavía hay esperanzas”- dijo Nak antes de vomitar rubíes sobre la tarta de moras dejada sobre el cuerpo abandonado de ella; en sus ojos las luces del amanecer brillaban con última lascivia

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