jueves, 14 de abril de 2011

Fiebre

El termómetro alcanzaba los 40º.
La habitación  se estiraba en un extraño juego de dimensiones  y siempre, en una esquina, estaba aquel hombre vestido de negro sonriendo torvamente. Intentaba cerrar los ojos para no verlo, pero sentía  su presencia y su aliento en mi rostro, a pesar de que parecía estar a muy lejos  su cuerpo parecía estirarse como una lombriz.
Hoy me horroriza  su  recuerdo cuando noto que se acerca la fiebre.

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