jueves, 31 de marzo de 2011

Filatelia

Érase una vez, hace mucho tiempo, un hombre que paseaba solitario bajo los soportales de su ciudad; se guarecía de la lluvia que caía rítmicamente imitando una vieja canción. Sus ojos parecían tristes, se diría que miraban hacía otros días lejanos, las manos siempre en los bolsillos y en los labios una media sonrisa
Entraba en los bares vacíos, eludiendo el griterío de los jóvenes, los golpes en las mesas de los jugadores de dominó y las discusiones sin sentido de los jugadores de cartas. Parecía esperar algo ,quizás deseaba esperarlo mientras acariciaba suavemente un sobre ajado con estampillas ya borrosas.


miércoles, 30 de marzo de 2011

El juego

                  Es la temporada de las tardes vacías de pájaros. Perderse en la  línea del horizonte. Los seres que se arrastran por el jardín me guiñan los ojos a la vez que siento la mirada muda del reloj asesino. Las manos llenas de sueños huidos. Las nubes acarician el cielo con lascivia. Extraños juegos bajo los tilos. Me divierto contándome mentiras.
Todos buscaron el arsénico en los bolsillos interiores de sus chaquetas de lino. La lentitud de lo cotidiano. Saboreo un pastel de hígado, sobre los árboles pasan bandadas cíclicas de extrañas aves anunciando la hora de las ejecuciones. Algunos pasean con la cabeza descubierta. Las sombras  sonríen torvamente. Ofrecen estrellas fluorescentes. Lejos, en el paseo marítimo, pasa un tranvía amarillo, estúpidamente el conductor canta sones pasados de moda.
Jugamos al escondite. Ya han servido el te. Nos esperan bajo los tilos. Han llegado con caras sonrientes y regalos, esperan que regresemos mientras juegan en el jardín.
La hierba está húmeda. No me importa que me estén esperando. El sol me da en los ojos. Sé que juego al escondite. Veo mis libros esparcidos sobre el césped. No me importa el tiempo. Esperan bajo los tilos para tomar el te. Los árboles intentan hablarme, pero sus susurros bailan sobre la hierba y se pierden rumbo a la ciudad.
Han llegado en grandes coches descapotables de colores descapotables de colores vivos. Intento atrapar instantes perdidos mientras juego al escondite.
El rumor de sus voces graves y el entrechocar de las tazas de té me llegan amortiguados por la caricia sensual de las nubes reflejándose sobre la bahía. Debería inventar una explicación. La hierba acaricia mi cara. Nos esperan bajo los tilos. Han llegado de lejos para verme y no puedo hacerles esperar. ¿Serás capaz de atrapar sensaciones entre las agujas muertas de los relojes?. Tengo ganas de jugar al escondite. Intento levantarme, tropiezo y vuelvo a besar la hierba. Mi risa llega hasta la cima de los montes. Algunas aves señalan el sureste y creo comprender,
Sé que nos esperan. Me arrastro por el suelo. Mi camisa está manchada y mis cabellos revueltos. Ahora puedo verles. Me llaman, esbozo un gesto ambiguo. Camino con lentitud exagerada porque tengo vergüenza de mi camisa sucia. El té espera. Estrechan mi mano. Oigo sus palabras como su hablasen desde el pasado. Un pastel cae de mis manos temblorosas. Todos sonríen y dan un trago a sus copas. Corre una brisa que hace gemir de frío a los árboles. Deseo jugar al escondite. Una fiesta bajo los tilos. Pasteles de corazón sangrante asesinados por sus voraces bocas. Me excuso.
Busco cosas inútiles que jamás he visto, encuentro mis libros bajo la tibia e irreal luz. Ellos esperan tomando el té bajo los tilos. Vuelvo la vista atrás. Me da igual que canten para mí. Voy caminando hacia la ciudad y me cruzo con automóviles que vuelven para recoger a los invitados. Jugamos al escondite, pero todavía no he logrado encontrarme.



martes, 29 de marzo de 2011

Westplaw 2.0

Nostálgicos vuelos de paloma de pico enorme. Atrevidas danzas de elefantes que devoran hombres de pelo canoso y pies grandes. No queríamos ver estos horribles espectáculos de vulgaridades decadentes, preferíamos contar las gotas de sangre que rodeaban los labios sugerentes de las jóvenes escondidas en la penumbra del bar.

Nadie hacia caso a la bilis que asomaba entre las vetas de mármol de los veladores. El Océano intenta dormir, pero los balandros tristes cabecean a destiempo. Nubes de tormenta cabalgan sobre las cabezas hidropesicas de las gaviotas que comen sexos de hermafroditas y sesos de niños. Me limpie las gafas antes de tomar otra copa de vainilla helada. Raros signos indican que los ñandúes polacos deben bailar un fox-trot al compás de la orquestina. Los parroquianos agitaban los vasos de licor mientras afuera caía una lluvia inexistente. El humo de los cigarrillos era acre.

Un inoportuno cambio de la brisa y pompas de música cayeron sobre mi copa de vainilla helada. El aire olía a tormenta. Las nubes acunaban sueños. Paseábamos con las manos en los bolsillos, conjurando la brisa. Una paloma era asesinada dentro de los ojos de una mujer. Otros liberaban mariposas. Contábamos soles desorientados reflejados en las jarras de cerveza.

Había también soledad, personas asomadas a los balcones esperando las gotas de lluvia de sueños azules y una voz exclamando: “¡Qué devaneo!”

Una agradable caminata a la orilla del Océano que no quiere devorar soles. Pasaron bandadas de golondrinas anunciando tormentas de besos y ciclones con sabor a cereza. Tire piedrecillas al estanque y comprobé que los vendedores de ilusiones estaban en huelga. La noche rompía sollozos de grillo lejano.

Una muchacha se despereza ante la ventana. La luz de un flexo esculpe su cuerpo. Golpearon el suelo con sus bastones y ella les saludo con ademán aburrido. Yo les veía desde mi habitación comiendo nueces con mermelada que ella me había regalado.

En el fondo de los naufragios se acaba el Océano. Se apagan los faros cuando la joven bebe caricias lejanas.

El viento eludía estrellas. Todavía se podían escuchar algunos rayos de sol atrapados en el asfalto. Cadáveres de cometas jalonaban el parque desierto.

No hay tiempo en los relojes.

Encendí una estrella y ella voló, para mí, palomas de fuego azul. La noche caminaba de  puntillas sobre las dormidas golondrinas que soñaban con ojos de hiel.

Amanecí agotado entre sus brazos; al menos el sueño terminaba así...

El Océano sudaba lágrimas de color verde y sabor a naufragios venideros. Los días segaban las vidas anodinas de los atardeceres mustios. Los cadáveres guardaban, con disciplina, su turno frente al muelle; uno a uno caían al mar con suavidad, arrancando un sonido tenue. Nosotros esperábamos a que se acabase la cerveza, a que se terminasen los atardeceres con cometas dubitativas; tal vez, con suerte, podríamos acabar flotando alegremente, panza arriba, en el Océano y ser, algún día, una lagrima verde o, simplemente, un naufrago en tus ojos.



Westplaw

En la terraza del bar el tiempo se detiene en cíclicas jarras de cerveza.

Noches llenas de estrellas y luna bailarina y llorosa. Una luz se suicida entre nubes de barcos hundidos.

Mujeres desconocidas pasean por la calle engalanada con banderas negras. Alguien bebe apresuradamente una jarra de cerveza y todos pisamos cristales de ojos violentos y sangrantes.

Días con la luminosidad perfecta de lo inútil, de fulgor extraño aboyando en el calendario triste del paquebote suicidando horizontes. Viajamos tan lejos como el Océano que se merendó una ballena de labios carnosos.

Abochornado el Océano sudaba estrellas de ojos dulces y sirenas de cabellos lacios.
Escuchaban el repiqueteo asmático del teléfono ahogado en la pecera, donde encontraron calcinado al último recaudador de sueños. Podíamos ver las acrobacias de los aprendices de suicidas antes de que se desintegrasen contra los adoquines esmeraldas.

En el vaso de cerveza nadaban náufragos mosquitos. El sol aplastaba sombras. Un trago de aire y polvo. La cerveza apestaba a atún podrido; pero en los ojos de los gatos se refugiaba el aroma de rosas inciertas.

El camarero se suicidaba los días pares y los clientes se apuñalaban entre si todos los jueves de calma chicha y los días de lluvia de zumo de manzana. Nosotros peleábamos contra las grandes jarras de cerveza, las gaviotas que hablaban en francés y las miradas entrecruzadas de las muchachas tímidas.

Decíamos frases graves cuando los balandros herían el muelle. Queríamos que pasase algo y Eric Satie agitaba su pañuelo rojo. Corrimos hacia el intentando atrapar las pompas de música que salían de su pipa-piano.

A pesar de las cometas el verano nos atosigaba. Las quinceañeras escondían caricias en aquellos lugares donde el rubor no existe

A veces algunos sonreían sin motivo y nos ofrecían hermosas gotas de sudor que a los diez minutos se convertía en una bella perla que captaba Radio Luxemburgo y cien emisoras mas, pero estas eran maleducadas y lascivas; tras acariciar nuestras orejas se deslizaban por nuestro cuerpo y, luego, desaparecían, llevándose una fotografía descolorida con un grupo de sonrientes desconocidos.






lunes, 28 de marzo de 2011

Nak 13.0

Las luces de la ciudad parpadean al otro lado de la bahía. Una conversación  estúpida escuchada en el pub  mientras sus ojos se mantienen en sus tremendas tetas, en su pantalón esculpiendo un culo peligroso.
Al pobre bobo se le caía la baba, me  hubiese gustado tirarle la copa encima o ponerle la zancadilla. Sonaba la musiquilla de la trepanación nocturna coreada por la legión de estúpidos útiles.
Cerró los ojos, tal vez en otra ocasión, tal  vez en otra vida; nunca  es el momento propicio.
Deseaba ser otro mientras veía pasar su hermoso culo. Suspirando y resoplando. Je, sin tiempo para evitar el poste o meter el zapato en la enorme, caliente y pastosa mierda de perro. ¿Para qué ser otro, si siendo uno mismo eres igual de desgraciado?
Dejándose ir despacio, sintiendo el aire en la cara; saboreando imágenes, recordando sabores.
Se agarró la cartera, al fin y al cabo todo tiene un precio...incluso aquello que no existe.
La luminosidad agresiva de los días nublados. Unas palabras que llegan de no sé donde. Cuéntame tu secreto .A veces una sonrisa, a veces sólo es querer cerrar los ojos y dormir .Noches salpicadas de angustia. Cuéntame tu secreto  illetes de 20,botellines y siempre la impresión de que todo cambiará si nos damos rápidamente la vuelta y la fiera no nos devora
 Aquellos viejos libros, aquellas viejas canciones, aquellos viejos gestos...todo quedó atrás, perdido entre la nada y la desesperada huída hacia adelante. Los rostros inexpresivos del metro, las medias que acarician muslos hechos para ser mordidos, las cabelleras rubias y las bocas frescas.
Ha llegado el momento de dejarse llevar y caer en los brazos de la desidia.
Lejos aun podemos intuir aquello que perdimos mientras silban canciones olvidadas.
Ese ruido rondando en la cabeza .La explosión sin control, la huella de unos labios grasientos en la copa y la sensación de haber estado haciendo el gilipollas . Sorbes fuerte, muy fuerte y dejas que la sensación anestesiante te inunde desde la nariz para seguir hablando como una cotorra, para bailar, para saber que follarás como un toro hasta que tu polla la reviente. Envuelto en vómitos y moco...y tu sonrisa de imbécil llena toda las pantallas de vídeo de la ciudad cochambrosa
En los recuerdos siempre llueve...como en Blade Runner pero en más chungo; cervezas calientes, cigarrillos húmedos...y siempre sonando una canción odiada.
Ahí está, solamente hay que acercar la mano y sentir su piel .Esos centímetros que son distancias inabarcables .A veces es una mirada que acaricia, otras un silencio cargado de palabras; las más, palabras que no dicen nada.
 Girando en una espiral que lleva  a la próxima cerveza, rodando en una tarde maravillosa y cálida compartiendo su gesto cómplice. 




jueves, 24 de marzo de 2011

Miedo

Un telón de silencio cayendo sobre la noche mientras en el plato un disco rayado crepita. Se puede intuir una respiración pesada a mis espaldas... y luego mis oídos sólo escuchan por siempre el silencio

Coleccionistas

Boca abajo en cálida duermevela mientras afuera los tratantes de sueños dibujan trampas para ñandúes polacos.
Boca abajo dejándose llevar por los extraños pensamientos informes que se cuelan entre las rendijas que deja la brisa oscura.
Sintiendo la piel desnuda entre las sábanas abandonándose a la cálida sensación de la respiración en el oído susurrando palabras que erizan el vello. La lengua que recorre el cuerpo de manera sabia, los labios que marcan los territorios de batallas antiguas y futuras, la saliva que dibuja caminos húmedos, el  aliento que acaricia.
Boca abajo elevándose hacia el goce mientras  apenas quedan  centímetros de su piel que no se estremezcan al contacto, temblando  al sentir los mordiscos ávidos ,los dientecillos clavándose en su piel; tan cerca del placer que duele.
La lengua, traviesa, incisiva; que redescubre nuevos caminos consiguiendo que un leve rubor se instale en las mejillas, elevando un poco más el nivel de inconsciencia placentera.
Tomando aire, abriendo los ojos recuperando el placer, boqueando al sentir el cálido empuje en su interior que le hace suspirar, jadear…cada vez más alto, cada  vez más lejos de si, tan dentro que quema, sin  desear que termine; queriendo siempre más, pidiendo más gritando mientras el cuerpo se curva en un espasmo ,en un pandemonio de gritos jadeantes.
Volviendo a respirar despacio, lentamente; boqueando como un pez fuera del agua. Sólo entonces tuvo la necesidad de girarse para sentir su piel cálida y sudorosa, besar su boca fresca, para sentirla más cerca, para sentirse más suyo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Brisa nocturna

Dadme brisa nocturna, dadme sabores reencontrados, dadme la leve caricia de unos ojos, dadme mapas prohibidos. Fue dicho "Pedid y se os dará".
Y ya no fue espera, no fue más una estación de tren ni un largo túnel hacia ninguna parte; no fue un autobús alejándose ni un tren partiendo; ya no fue espera; es el aquí, el ahora.
Aquí y ahora, aquí y ahora es la sensación de pertenecer, de ser tenido. y dejarse llevar así; sin importar nada más.
Hechizado, embrujado, capturado, prisionero, que dulce sensación; sintiendo los arañazos, sintiendo los mordiscos, deseando ser devorado, ofreciéndome tal como soy con las palmas de las manos hacia arriba.
No hay más que el aquí y ahora; sea este cual sea; no existe el tiempo más allá de esta copa de vino, más allá de este cigarrillo eterno.
Aquí y ahora es la noche tranquila, quizá me esconda en algún lugar conocido pero nunca pisado, quizá me acurruque en algún rincón de un sueño; quizá encuentre un resquicio en la oscuridad...

martes, 22 de marzo de 2011

Hopelaw

Cierra los ojos . La opresión en el pecho, el vacío en las tripas, el vértigo suave y dulce. 
Abre los ojos ;está ahí, al alcance de sus manos, pero tan lejano como las constelaciones.
Imagina, eso es gratis.
Imagina sin metáforas, imagina y no deja de imaginar. Imagina y sonríe.
La sonrisa sigue prendida en sus ojos todo el día, le persigue en sus sueños, le aguarda en su despertar; sin metáforas.
Todo es más sencillo realmente.
Esperará a que, en otra vida, las cartas sean repartidas de otra manera, esperará a que, otro viento metafórico, imagine cielos más grises, imagine otras conversaciones menos planas; siempre esperará porque nunca pierde la esperanza.

lunes, 21 de marzo de 2011

Freund

Amigo, que duro es estar brillando por dentro, que duro es sonreír todos los días sin que se escape el aullido de desesperación.
Perseguía un sueño y los sueños solamente se alcanzan dormidos.
Al fondo del bar están las putas de 30€ aguardando a los desesperados, los jubilados que babean y tres tipos raros que beben cerveza de ruibarbo (¿Qué cojones será el ruibarbo?).Me pareció verte, pero ya eran demasiadas casualidades en un día.
Amigo, llegará la hora de las ejecuciones rituales y ya nada importará porque hace demasiado tiempo que todo parece haber concluido.
Nak agarró su cazadora, ahora escribiría otro mensaje parecido que dejaría prendido en cualquier parabrisas. Le esperaba una fría, encantadora y seca rusa en la nevera de su casa.
 ¿Sale el Sol? Dicen que sale todas las mañanas.
Nak parpadea, la boca seca; la resaca cíclica ,la cama repleta de sueños abandonados y sábanas teñidas de pesadillas. Alguien se dejó olvidado un recuerdo en forma de cuchillo.
La condena asumida, la conciencia inexistente, el devenir cotidiano y  estúpido de las buenas palabras y de las acciones razonables que tanto gustan a los Ciudadanos.
Podía escucharse a si mismo frente al espejo "Volar puede ser fácil, alguno lo sabe; lo difícil suele ser aterrizar, encontrar el lugar correcto donde lamerse las heridas, donde beberse la vida hasta la penúltima gota." y su cara se contraía en una extraña mueca, en una máscara de algo ni fue ni será; en un gesto cansado, agotado
Bajó hasta el bar donde solía ver a los otros. Allí estaban sordos y hasta mudos; sin fuerzas para nada, ni para pagar a las putas de la calle.
A veces son gestos, risas, una cara amiga que sonríe por la mañana. Ese rostro que nos negó cuando vomitábamos en la acera, esos ojos vacíos del sexo barato, esas caricias pagadas al precio que marca un alma que ya no nos pertenece
Amigo, siempre dejándose llevar; siempre escapando de los reflejos de los espejos.
Ayer me vi en una foto y quise aullar de dolor; me contuve; no quería que me enviasen de nuevo a la realidad y me prohibiesen volar.
¿Sale el Sol? No importa, podemos ser tan brillantes como queramos mientras nos dure el vodka fresco en el frigorífico y en la calle suenen los rumores de los disturbios
 ¿Dónde están? ¿Dónde se escondieron los días luminosos y las noches con muchachas tan falsas como sus bolsos de marca? ¿Dónde están las frases que jamás se dijeron y que se quedaron prisioneras de las miradas?
Solamente silencio, algunas canciones, olor a fracaso, medias tintas, a camisetas sudadas, a fritanga ;solamente el silencio de las noches solitarias entre desconocidos.
¿Dónde está la luz cuando la necesitas?
Silencio.
Sub-mundo de vino chungo, desorden de pesadilla,noches de lágrimas hipócritas, de cuerpos tambaleándose, de locales con música infecta, de sexo inexistente; sub-mundo onanista de mañanas claras y optimistas.
Himnos antiguos resuenan y vuelven a resonar. Ya nada importa demasiado.
¿Dónde se escondieron?
Afuera hace sol: dicen que eso es bueno




Tóxico

Sentado al volante del pequeño automóvil recordaba el escote de la penúltima morena que se rio de tus enormes gafas de culo de botella .Todos reían mientras él tropezaba con todo, sin haber tomado ni un solo trago. 
Sentado al volante de su birrioso coche trataba de contener su desesperada desdicha, intentaba no llorar y le salían aullidos amariconados. Resolvió detenerse en el arcén, sería lo mejor; esperar, como siempre, que el sol volviese a derretir sus recuerdos.
Lejos existe un lugar en el cual habitan sonrisas, roces, miradas. Allí se guardan maravillas que no todos comprenden: una canción escuchada, una mano buscando otra, un roce de labios. No todos lo entienden.
Más lejos hay un lugar oscuro donde viven la nariz ensangrentada, los gritos ridículos, la rabia contenida. Esto si que lo comprenden.
La decepción, la mirada jamás limpia.
Pasan los días y aquí seguimos anclados entre la ilusión y la decepción. Esperando por lo que jamás sucederá. Rellenando el tiempo con imágenes, con recuerdos, con medias palabras, con gestos que ya nada significan.
Días de termómetro loco, de sol avaricioso, de lejanos personajes en nuestro corazón, de sufrir porque nada obtendremos de esas maquinaciones estúpidas.
Y siempre una imagen en la cabeza, siempre esa misma imagen...hacia el infinito; buscando algo fuera de campo
Volar puede ser fácil, alguno lo sabe; lo difícil suele ser aterrizar, encontrar el lugar correcto donde lamerse las heridas, donde beberse la vida hasta la penúltima gota.
Mala madrugada para dejar el gin-tonic. Mala noche para escapar de uno mismo o para escuchar canciones que desasosiegan.
Puedo oler el Océano desde aquí, puedo ver un puente y una noria gigante y un gran montón de ojalás aparcados junto a las mentiras cotidianas.
Quizás mañana cuando no haya ni aquí ni ahora pueda reflexionar, quizás ya no haya chicas de vestidos de flores o mujeres de mirada triste y húmeda.
Me quedaré aquí, esperando a Nak y Molibdeno, aguantándome frente a la pantalla que vomita vídeos, haciendo tiempo jugueteando con el vaso vacío. Llegará Molibdeno con su cabello oxigenado y pagará una ronda antes de perdernos en las calles para apedrear farolas, para vomitar en las papeleras. Ya no es tan duro como antes, es casi un deporte.
Quizás mañana la canción sea otra, quizás mañana, quizás. Ojalá la noria gigante gire y gire, ojalá la muerte pase de largo, ojalá haya pensamientos que blinden estas noches.
Mala madrugada para dejar el gin-tonic y no hay ninguna camarera que diga "te vas a poner tontito", y no hay ninguna canción que atraviese las tripas.
Hay tantos lugares a los que nunca iremos, tantos lugares que hemos atisbado desde las ventanas de la memoria y el deseo, tantos lugares anclados en los sueños; sabemos que existen esos lugares porque nos han empujado hasta el umbral o porque algún ser nos ha llevado de la mano para luego dejarnos solos con nuestra perplejidad. 
Entre las imágenes robadas y las luces del amanecer; entre las sábanas revueltas y la ducha, deben existir esos lugares y algunos todavía no hemos perdido la esperanza de  alcanzarlos.
Desaparecerse. Siempre hay un algún espejo transmitiendo una imagen que apenas se reconoce. Vampirizando pasados desenfocados.
Desapareciendo, fundiendo a gris, nunca a negro. Juegos de veneno y azul.
Atardeceres de postal con banda sonora desconocida.
Molinos, perdón aerogeneradores-dijo sin dejar de fumar aquel cigarrillo eterno.
Resaca, mucha resaca; enquistada en el alma.
"Bienvenido al lugar del cual nunca debiste salir"- decía Nak, sonriendo todo tiempo a las mujeres que le ignoraban.
Tóxico en las venas. Veneno acumulado en los ojos. Tomar el vaso y volver a beber hasta el fondo, sin dolor, sin ira; asumiendo la dosis y ,a pesar de todo, brillando.




Recuerdo extraño

Las sábanas del sueño ajado, las noches de nadie...y cree recordar algún chiste o alguna anécdota; simplemente cerrar los ojos y recordar que ya no hay lugar donde jugar.
Un recuerdo extraño. Allí en el fondo de la memoria existe una casa vieja. Existen veladas tranquilas de vino y música sin el soniquete estúpido de la televisión .Allí en el fondo de los recuerdos había un remedo de felicidad.
Le miré mientras peroraba de aquella manera inconexa, yo sólo podía pensar en la próxima botella de cerveza fría y en los ojos brillantes de aquella mujer esquiva que jamás nos daría ni media oportunidad.

Finalmente nos tomamos la penúltima copa en un bar de viejos...y eso también era un recuerdo extraño.

Nak 12.0

Triste, tan triste como el sonido de un violín chirriante. Asquerosamente melancólico... hasta las ultimas lágrimas para auto flagelarse
Ellos reían con la boca abierta, enseñando los colmillos. Nak les dejó ir...sin avisarles sobre las bondades de las mina anti-persona que estaban a punto de pisar
Había dejado sus convicciones en la otra chaqueta.
Las zapatillas, el pelo corto y el sabor de la cerveza fresca. Algunos sueños se apelmazan en las sábanas revueltas. Suena la brisa nocturna y las canciones que jamás compartieron. Sabía las palabras adecuadas, pero no era tiempo de pronunciarlas....nunca habría tiempo.
Agarrado al vaso intentaba no naufragar, trataba de escuchar las nubes o atrapar más imágenes  para noches como esta.
A lo lejos puede intuir el Océano, en sus sueños intenta atrapar el sabor salado de la penúltima ola; cerca atisba el final de los días y el comienzo de las pesadillas.

Daguerrotipo 2.0

Dejándose ir despacio, sintiendo el aire en la cara; saboreando imágenes, recordando sabores.
Se agarró la cartera, al fin y al cabo todo tiene un precio...incluso aquello que no existe.
Esa conversación tremendamente estúpida mientras sus ojos se mantienen en sus tremendas tetas, sin olvidar su pantalón esculpiendo un culo peligroso. Me apiadé de él. Sonaba la musiquilla de la trepanación nocturna coreada por la legión de estúpidos útiles.
Cerró los ojos, tal vez en otra ocasión llegase un gesto, un indicio, una tímida señal de algo que jamás sucedió .Permaneció en el fondo del cajón atrapado en la fotografía de otros tiempos.





sábado, 19 de marzo de 2011

Dueto

 Tuvo  el tiempo justo de secarse las lágrimas, escuchar como se cerraba la puerta para siempre quedándose con una cama deshecha, unos platos sin fregar, una mañana  lluviosa, los ojos de una mascota y el sonido inconfundible de su  corazón latiendo en un silencioso monólogo tras el dueto  truncado

viernes, 18 de marzo de 2011

Invierno

                             Se sentó con cuidado, sabía que le observaban con sus ojillos húmedos y tristes. Agarró el bolígrafo y lo balanceó esperando escuchar murmullos de satisfacción que aprobasen su conducta. 

                              La lluvia golpeaba la ventana. Las luces del puerto parpadean tímidas, abandonadas por los barcos atareados en hacer cosquillas en un Océano hosco.

                               Escuchó el corretear de sus pequeños pies sobre la madera y no pudo evitar una sonrisa condescendiente. El jersey estaba en el armario. Tenía frío. Dijo en voz”: ¡Brrr, qué frío! . Tendré que ir hasta el armario para poder ponerme el jersey.” Encendió un cigarrillo y se quedó un rato viendo la danza de los árboles en la avenida desierta, cansado fijó la mirada en la pared y fue escuchando los pasitos alarmados y el revuelo que se formaba en el armario. Se levantó, ahora podía observar el Océano apartando barcos de su lomo encabritado. La vista fija en el armario, antes de abrir gritó: “ ¡Ahora abriré esta maldita puerta! “. Cogió el jersey y cerró la puerta. La lana cálida olía a manzanas, hiedra y a ellos; se frotó las manos y canturreó aquella tonada antigua que tanto les gustaba.

                      Demasiado frío. Sueños con luces de paquebote, ñandúes polacos, sangrientas cometas verdes, ojos inflamados. El bolígrafo pesaba demasiado haciendo que sus dedos se atenazasen.

                      Los habitantes de su habitación parecían estar muy atareados, sin avisar fue hacia la estufa y la encendió. El guiño del gas arrancó vocecitas de aprobación y suspiros de alivio. Ahora estaban mucho mejor. La lluvia caía con mucha fuerza.

                       El Océano se doblaba sobre si mismo y lanzaba bramidos contrariados. Las farolas, que arañaban la oscuridad, se quejaban al ritmo de los suspiros. La casa estaba silenciosa, agazapada, acariciada por la brisa, acunada por el rumor de ellos jugando a perseguirse entre las cortinas, deslizándose entre la ropa del armario, buscando oro debajo de la cama.

                       Todo estaba en calma. Apenas podía con el bolígrafo. Las cuartillas emborronadas. Silenciosa espera de las campanadas, que caían una tras otra en la tarde turbia.

                        Unos pasos en el corredor. Dejó caer el bolígrafo, recogió las cuartillas. La puerta comenzó a abrirse, incluso ellos callaban. “No ha avisado”·- pensó. Todo su cuerpo en movimiento para poder deslizarse hasta el hueco de la mesa camilla y esconderse antes de que entrase. Sus ojillos húmedos y tristes vieron pasar  los enormes zapatos  cerca de su nariz, escuchó como aquel gran cuerpo se sentaba y decidió dedicar la noche a permanecer atento a aquella voz; no fuese a descubrirle

Bontierlaw 2.0

                                     Un comienzo como cualquier otro, un comienzo a trompicones, a saltos; sin rumbo. No hay nada al otro lado, no hay tras de mí, no hay nada y sólo el viento azul arrancando trocitos de alma, arrastrando aullidos del pasado, empujando imágenes.

                                  A lo lejos las parejas de suicidas cíclicos agradecen al público su inestimable colaboración. Pasan las bandadas desconocidos señalando el momento de las lágrimas hipócritas. Nada cambia el color de sus mejillas.

                                  Ajena al tiempo y al dolor. Ajena al mundo que construyó se aleja despacio, acuchillando todo lo que se mueve, todo lo que no brilla. Ajena a las señales de los tratantes de sueños; altiva y lejana se pierde entre la masa vociferante de los ñandúes polacos.

                                 No existe nada más que el viento, la lluvia y los pedazos rotos de los espejos.

                                 Una manera de empezar, un modo de comenzar simplemente dejarse llevar por el sentimiento, abandonarse a la angustia y escuchar los gemidos ahogados de los sueños abandonados.

                                  Lejana y fría ya no puede recuperar lo que fue suyo. Distante juguetea con el filo del cuchillo que usa en sus ceremonias. El cinismo planea en sus sueños con vuelo suave y silencioso. Inexpresiva deja pasar los segundos y hace sentir su aliento helado en la boca del condenado sonriente.

                                    Destrucción, tan sólo un comienzo. Ha empezado la temporada de las mentiras piadosas para los agonizantes. Un hombre vende sus ojos a los Ciudadanos que esperan el penúltimo tranvía. Escucharemos la melodía, pero no lograremos bailar (siempre hemos sido tan torpes)

                        A veces puede sentir algo en su negro interior, pero no lo reconoce como suyo. Absurdamente intenta recuperar el suelo que ya no existe, absurdamente acuchilla el aire vacío, soslaya las imágenes borrosas e inventa encuentros poblados de monstruos.

Los tratantes de sueños quieren atrapar mis pesadillas, no quieren dejar escapar mis impresiones postreras. Algunos Ciudadanos evitan mi presencia, eluden mi estigma; pero comprarán mis pesadillas. El cielo, el viento y algunos cadáveres sonrientes jalonando la retirada: nunca la derrota.

                        Sus ojos, cansados del pasado, eligen el futuro incierto. Su cuerpo, agotado en la monotonía ritual, se abandona. Ya nada puede traspasar su coraza. Distante, fría, lejana, inexpresiva; ajena a los signos revelados en los sueños espera que la noche aparezca en sus ojos.

                       El día comienza con luces extrañas y aullidos de los desesperados. La cama vomita premisas falsas. El día arranca con el ritual hermoso de la mentira al oído y el beso en la mejilla. Nuevas ilusiones prendidas con alfileres, la sonrisa descolgada, el sol en la cara y todo sería un comienzo como cualquier otro.

Bontierlaw 1.0

                              El sol cae de plano en un raro día del verano boreal. Estoy en mitad de ningún sitio pensando en las razones que me han traído hasta aquí.

                               Tal vez todo empezase aquella tarde cenicienta que auguraba tormentas de zumo de moras mientras esperaba en la parada del tranvía nº 28. Los alegres Ciudadanos aullaban sones extraños a la vez que golpeaban a los ñandúes polacos encargados de recoger los excrementos de los buitres; los acontecimientos transcurrían del modo más plácido, incluso los suicidas se permitían sonreír de medio lado.

                            La melancolía parecía querer anidar en mi pecho cansado de fumar. Nada salía bien desde que la soledad se había asentado en mi existencia. Rumiaba mi autocompasión con la mirada perdida en las nubes o en las cabriolas de los ñandúes polacos esquivando a los Ciudadanos. Estaba solo y nada podía hacerme sentir mejor, ni siquiera las bandas de seminaristas cantando salmos prohibidos. No sé que esperaba, tal vez una ráfaga de brisa fresca o una bella ciclista rubia; incluso se me negaban estas licencias.

                            Un sonoro trueno se arrastró por el firmamento concentrando los aplausos unánimes de los transeúntes.  No esperaba nada, me dejaba sobrevivir con indolencia. Ya no me importaba que me hubiesen despedido de la factoría “Potiemkim” o que me hubiesen robado el coche; me sentía como un personaje de novela barata.

                          El tranvía 28 llegó con su acostumbrado quejido, atropellando a unos chiquillos tísicos ( pagados por el municipio para tal fin) y vomitando su carga de eficientes oficinistas y chaperos. Me acomodé como pude entre la muchedumbre temiendo un asalto de navajeros o el abordaje de una funcionaria en celo... no tuve esa suerte.

                                Ya había anochecido cuando llegue a mi destino y las luces de los aerodeslizadores rasgaban el cielo. No pegaba patadas a los botes vacíos porque me parecía demasiado cinematográfico y era estúpido destrozar mis botas nuevas.

                                    La vi al doblar la esquina.

                             Surgía de la sombra como una aparición, sus ojos falsamente limpios y su figura longilínea, aquel cabello acaracolado sobre la frente. Venía hacia mí con su andar rígido y su aire de suficiencia. Un escalofrío recorrió mi espalda; había imaginado cientos de veces esa escena y mis palabras como acerados dardos, pero me quedé mudo, paralizado; manteniendo una sonrisa que quería ser cómplice. Ella comenzó a hablar y a hablar ( como hacía siempre que estaba muy nerviosa) y no sé lo que decía porque me perdía entre sus labios entreabiertos, en la contemplación de su cuerpo tan conocido y tan lejano. Intuí que había discutido con su nuevo amante... no me hice ningún tipo de ilusiones, pero supe que, veladamente, las circunstancias quizás fuesen propicias por última vez.

                              Me invitó a cenar en nuestro restaurante favorito. Ella siguió hablando y hablando a la vez que yo pensaba en la curva de sus caderas.

                              Afuera había estallado una tormenta de moras. Me dejé llevar a su casa como un falso corderillo.  Follamos con parsimonia, recreándonos en cada detalle, intentando hacernos creer que lo grabábamos en nuestras memorias. Fue un combate memorable que acabó entre sábanas revueltas.

                           Hablamos y hablamos; de nosotros, de cómo habían cambiado nuestras vidas (¡Oh, qué bien mentimos!) Volvimos a besarnos con saña y le propuse vendarle los ojos con el pañuelo que traía anudado al cuello y que ahora colgaba del respaldo de la silla. No le importó, estábamos acostumbrados a los juegos y estas variaciones nos excitaban. Hicimos locuras viejas con sabores nuevos. Subí  el volumen de la música para ahogar el ruido de la cámara fotográfica.

                           Despertamos abrazados y nos levantamos con prisa, ella tenía que trabajar en la factoría “Potiemkim”. Desayunamos en silencio, como sólo dos amantes habituales lo harían.

                               El sol había salido y se avecinaba un raro día soleado de verano. Subimos a su vehículo, tomó un camino secundario y me dejó en mitad de la nada, obligándome a bajar con un frío beso en la mejilla. No estaba lejos de mi casa.

                    Bajo el calor del mediodía me sigo preguntando como he llegado hasta aquí, hasta la cima de la maldad. Aprieto en mi mano el carrete de fotos tomado ayer pensando en la mejor manera de enviárselo al Presidente de “Potiemkim” para que vea lo bien que se lo pasa su nueva compañera; aunque sonrío no soy feliz, tal vez no quiera serlo.

lunes, 14 de marzo de 2011

Nak 11.0

"No hay más que el aquí y ahora, sea este cual sea; no  existe el tiempo más allá de esta copa de vino.
Aquí y ahora es la noche tranquila, quizás  me esconda en algún lugar conocido pero nunca pisado, quizás  me acurruque en algún rincón de un sueño; quizás encuentre un resquicio en la oscuridad.
Aquí y ahora, no  hay más; quizás  algún recuerdo antiguo que hace sonreír con tristeza, quizás  alguna frase que jamás fue dicha; no  hay más.
Quizás sea el vino, quizás  sea el sol bobo de abril..."
El pobre hombre seguía mascullando su letanía, su  discurso gastado, sus palabras vacías. Allí lo dejé, vaciando su botella de vino mientras me perdía de nuevo entre los soportales. La lluvia seguía desdibujando la ciudad y yo me preguntaba donde había quedado con Molibdeno y Nak.




viernes, 11 de marzo de 2011

Nak 10.0

                                   El viento azul golpeaba su cara y algunos papeles traviesos rebotaban contra sus piernas. Silbaba una tonada amarga y desafinada. Tenía ganas de volar una cometa, de humedecer sus labios resecos bajo una fuente de agua carbonata. Los ñandúes polacos comenzaban a reunirse para sus oraciones rituales al son de los aullidos de los enfermos terminales.

                                                    Comenzó el anunciado aguacero de uva. Su lengua saboreó las gotitas verdes que resbalaban por la comisura de su breve boca. Una mujer se asoma a la ventana, apoya su cabeza contra el cristal viendo como se amontonan sobre él las gotas de lluvia; su gato ronronea al pasar entre sus piernas calientes. Nubes violetas coronaban las colinas flotantes y los tratantes de sueños señalaban el noroeste de la bahía.

                                                 El caminante tiró una piedra. La mujer espera que ocurra algo imposible: que el reloj dé la hora de las verdades. El cielo se esconde tras la luna y una estrella cae a sus pies. La mujer observa todo esto sin esperar que la lluvia se lleve el reflejo del caminante.

                             El joven Nak no quiso seguir caminando. Se había convertido en su propio reverso. Nada ocurre en su vida, todo ocurre en su estúpida cabeza hueca, en su mente repleta de sexo sucio y purulento. Todo es una inmensa patraña donde no falta la cerveza caliente, el olor a fritanga y la hipocresía vacua de cierto romanticismo trasnochado.

                          El joven Nak pateó a un ñandú polaco orante y se dirigió al prostíbulo más cercano; por hoy ya había recibido su ración de eternidad.

Nak 9.0

                                 Aporrea la puerta. El joven Nak viste su camisa negra y sus botas de cordones con hebillas relucientes. La puerta no se abre y se impacienta; puede sentir la mirada de los borrachos sobre su cráneo pelado. Ahora ya no puede volverse atrás.


                                                  Nak golpea la puerta con mayor ímpetu. Puede escuchar risitas ahogadas dentro del baño, que él imagina maloliente. Esas risas todavía consiguen enfurecerle más porque sabe que las expresiones burlonas se apoderan de los parroquianos.


                                                  La puerta se abre al fin. Nak se abalanza contra el primer pipiolo que se toquetea la nariz, el segundo jovenzuelo sólo tiene tiempo de iniciar una mueca nerviosa antes de acabar con la cabeza embutida en el retrete. Nak puede sentir el silbido asustado de los ñandúes polacos.


                                                   El joven Nak arregla sus correajes. “Es duro evitar que los adolescentes se corrompan” medita mientras esnifa la cocaína que acaba de requisar a los jovenzuelos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Nak 8.0

                                        Todos en la Academia de Tzaragoza despreciaban al joven Nak. Eludían su presencia, no soportaban su compañía. El joven Nak se refugiaba en un silencio torvo y apagaba su odio seccionando las patas de los ratones del laboratorio o torturando a los ñandúes polacos.
Nadie quería al joven Nak y él, en su interior, sólo deseaba amar. Amar a aquellos jóvenes como él ,nacidos para el vicio, educados para el odio y la violencia.
El joven Nak no podía entender porqué no encontraba la solución al enigma mientras golpeaba con saña a un grupo de ancianos parapléjicos.

Nak 7.0


                 Yo era joven, esbelta, atractiva y con unos sugerentes labios rojos que se entreabrían con las lluvias de otoño.

                La chica cincomilylakama, traicionada por el viejo de 15/20 años, no resistió que éste la abandonase por una imagen tridimensional de una camarera tísica y, en venganza, se alistó en la compañía del joven capitán Nak. Desertó un día amarillo, perdiéndose entre las tabernas.

               La búsqueda había sido larga, pero el joven Nak estaba satisfecho. Los dos cuerpos entrelazados en la cama carmesí. Acarició el cuerpo de la muchacha. El viejo de 15/20 años miró hacia las cortinas con pereza, la sangre no conseguía acercarle el sabor del amor.


Nak 6.0

                                   Intentaba desentrañar el misterio de las olas amarillas que dibujaban signos crípticos sobre la arena de vanadio. Ellos, mientras el sol jugaba a escupir contra el Océano, luchaban contra la desidia vaciando botellas de ajenjo y zumo de estrellas.

                                     Nada sucedía en las calles vacías, todos habían ido hacia el puente donde una multitud de silenciosos penitentes azotaban las cadavéricas espaldas de las prostitutas extranjeras. Los gritos de los espectadores iluminaban la noche.

                                    Un tranvía azul atropellaba cíclicamente un cochecito de bebe mal aparcado. Los transeúntes – envueltos en elegantes gabardinas de plexiglás – aplaudían al conductor ebrio.

                                    La televisión mostraba alegremente las decapitaciones chapuceras de unos ñandúes polacos acusados de cantar la canción turca “A Rianxeira”,

                                   El amanecer se aferraba a la línea del horizonte temeroso del tétrico Océano.

                                    La vieja ciudad se había llenado de sonrisas estúpidas y luces sonrojantes. Algunos niños se negaban a volar sus cometas sangrientas. Las farolas comienzan a acoger a los policías disfrazados de mendigos.

                                      Pensaba que las neveras y cocinas se convierten en algo más que objetos, en odios dispuestos a saldar pasados, en armas resentidas de un paisaje desolado y mustio, en el colofón ajado de las derrotas.

                                      El tiempo acaricia a unos, esculpe a los más y destruye a los especiales.

                  Esperar días nuevos para descubrir tu mirada brillante. Desencuentros donde todos son muy civilizados y hablamos sin escuchar al viento.

                        Atrincherados en la cama espero que el tiempo amaine y traiga días sin tensión; pero los gritos de las gaviotas continúan mientras el viento aúlla como un loco.

                        Por fin lograre apagar las luces de la ciudad ficticia y exploraremos juntos los rincones prohibidos donde nadie pueda alcanzarnos,

                       Lejos, alguien continuara luchando contra si mismo y perderá, como siempre, por no querer confiar en la fuerza de sus convicciones. Una nevera sonreirá con astucia mientras abren su puerta.

                      ... y la soledad será su única victoria intrascendente.

                     Nosotros, bajo la lluvia, todavía sonreímos





martes, 8 de marzo de 2011

Nak 5.0

                             El joven Nak creía haber olvidado algo en su apartamento, pero ahora le preocupaban otros asuntos. La muchacha no podía perderse entre la multitud de ciudadanos legañosos, aunque era de lo más normal y podía confundirse con cualquiera; de todas maneras había resuelto asuntos más difíciles, como aquella vez que tuvo que perseguir a un gordo tratante de sueños.


                                    La Dirección de Tzaragoza apenas le había dado instrucciones, pero a Nak no le pagaban por pensar. El metro iba repleto de ciudadanos elegantes y ñandúes polacos somnolientos. Para evitar problemas se pegó a su objetivo, la chica le sonrió; el resto sería fácil: un forcejeo y unos pequeños gritos.


                                      Caía un fuerte aguacero de ciruelas. Pasaron por un callejón. El asunto se reduciría a unas líneas en la prensa y a las lágrimas de un adolescente.


                                         Nak siguió maldiciendo el olvido de su revólver. Las ratas corrieron a su encuentro. La chica limpió su navaja y se alejó pensando en los vuelos cíclicos de las palomas ciegas. Nak, mientras mordía a las ratas, se arrastró hasta un dispensario.




Nak 4.0

                          Beber la última copa antes de subir al patíbulo. Afuera comienza a nevar en azul muerte y el viento traía susurros de adolescentes libidinosas.



                                        Westplaw. (Agencias) “El cadáver de un ñandú polaco fue encontrado en el parque del noroeste. Las autoridades están intentando identificar sus huellas, nadie lo ha reconocido”



                                      Si alguien reclamase el cuerpo se vería envuelto en un asunto desagradable. ¿Qué haría en nuestro pequeño pueblo un desconocido ñandú polaco?. No damos crédito a este hecho, los periódicos cuentan tantas mentiras. Los tratantes de sueños y algunos ciudadanos despistados agotaron la historia y la olvidaron cuando un seminarista violó a una vaca suiza... aquello si que trajo cola.



                                  El cura me ha absuelto, aunque yo no soy el culpable. Me sobrecoge el hecho de haber devorado a Jesús sin ser católico, pero Dios es tan misericordioso. El curita, que violó a una vaca suiza, suelta latinajos a mansalva que golpean a los testigos en plena frente.



                               El truco resultó, cuando se agachó para musitar otra letanía abrí la trampilla; no creo que sufriese mucho. Quiso conservar la sotana hasta el final, era un espectáculo divertido ver como el viento dejaba ver unas piernas huesudas cuando soplaba en dirección contraria.



                            Nak se despojó de sus ropas de verdugo y se alejó canturreando una tonada desafinada y sórdida.