lunes, 14 de febrero de 2011

Ponzoña

Hablemos de los venenos.

Hablemos despacio y con una sonrisa en la cara mientras por dentro me pudro. Hablemos, aunque no tengamos tiempo ni ganas, aunque me de igual que el sol brille sobre el cabello. Conversemos de nimiedades mientras el olor a muerto se enseñorea dentro, arañando espacio poquito a poco.
Hablemos de venenos aunque solamente lo hagamos en sueños recurrentes y cíclicos. Podría mantener la conversación mientras las caricias cuentan otras historias muy lejos y la ponzoña corroe lo poco de bueno que queda de mi. Podría sostener la penúltima copa que golpea el hígado e ignorar la pestilencia…y no habrá otra posibilidad que dejar que fluya el veneno a borbotones, que se esparza más y más.

Hablemos de los venenos, pero sin prisas, haciendo que haga efecto, que me impregne de aquello que carcome y destruye.

Hablemos, aunque las palabras son solamente palabras, mientras que los gestos y los silencios gobiernan mi devenir.

Te hablaré de venenos cuando ya nada importe, cuando ya no signifiquen nada las noches húmedas bajo los soportales, cuando las olas no traigan más que algas podridas, cuando las estrellas oscuras ya no marquen la derrota ;te hablaré de venenos cuando no sea necesario porque jamás lo fue.

Hablemos de venenos; de esos que son suaves y dulces, de los que sedan el espíritu, de los que se guardan en una mirada o en una caricia…de esos que tomo hasta la hez para poder vivir, de esos que paladeo con fruición; hablemos de venenos.

Hablemos de ti.


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